lunes, 23 de marzo de 2020


Poemas para un apocalipsis

Los grandes inversores no conocen ni el nombre de sus explotados 
Los utiliza como un clínex que le causa repugnancia
Es lo que tiene el capitalismo que aborrece los derechos laborales
Por eso después de la epidemia solo había carne a precio de saldo
Poco a poco en silencio uno tras otro acabaron sin protestar  sin derechos profesionales o en el desempleo
No tuvieron escrúpulos los empresarios pero para entonces los que sobrevivieron dejaron de asomarse a la ventana para aplaudir a las personas que se expusieron por el bien común durante la epidemia al contacto con otros seres humanos 
Los inversores trataron de suplir las ganancias de la venta de su rebaño con los ingresos obtenidos al
modificar la dieta de los enfermos en los hospitales
Las habitaciones de los niños se vendieron en las casas de subasta y solo daban dividendos los créditos a las matrículas de los universitarios
El valor del ladrillo se quedó a precio de cemento y en las paredes de los pobres la grieta se hizo escombro.

Al acabar la crisis económica los Samuráis ya se habían suicidado



                                               Pintura de Beksinski

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