En mi barrio los adultos consumen junkielatas de cerveza sin
pensar en un mañana que será como hoy sin expectativas de progreso
Los gusanos anidan en las narices de los jóvenes hasta
anular su carácter por completo y así obedientes como capullos hacerles olvidar
una crisálida
Los adolescentes coquetean con alcohol y marihuana y se
hacen un selfie que cuelgan en su cuenta de Instagram como si las adicciones
fueran un juego
Mientras tanto los más pequeños beben licores sin alcohol y
fuman cigarrillos electrónicos con el permiso de sus mayores los días de fiesta
En las redes sociales se alienta a conseguir el record de
asistencia a botellones públicos que compiten con otras ciudades donde ya no
hay mariposas
Los medios de comunicación solo contemplarán empujarlos a la
cita porque es gracioso verlos bailar desenfadados y así alcanzar el máximo de
audiencia mientras el Samur atiende detrás de las cámaras adolescentes deshidratados
que vomitan el hígado
Como ya no están de moda los botellones ni los color run la
televisión invita a los vecinos a que se enfrenten en la calle por la
independencia mientras los trabajadores acuden a los locales de apuestas en
busca de fortuna
Los adultos solo conocen la derrota del obrero al cumplir
años y se dedican a jugarse las horas extras y a ver videos de sexo que sacien
el instinto que les queda después de tomar los antidepresivos que les dejan
conciliar un sueño de cuerdos.
Y mientras tanto una
madre grita histérica a su hijo por que no es capaz de tomarse en serio los
libros de texto mientras pared con pared en el piso de al lado un adolescente
apaga con prisa un porro porque su madre ha llegado del trabajo antes de tiempo
En la radio un presentador rememora la memoria de una estrella
del rock mientras hace apología del LSD por ayudar a componer la partitura de
una vida que no interesaría a nadie si no hubiese aparecido su cadáver en la
habitación de un hotel víctima de una sobredosis antes de un concierto
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